Demente crónica y de mente oscura. Mecida cariñosamente por el balanceo de un sueño inacabado.



Bienvenidos.

Incluso a mí hay veces que me asusta lo mutante que puedo llegar a ser. Hipócrita, nómada, engañosa y hasta puede que un poco serpiente... pero chicos, es lo que hay. Leed si gustais, disfrutad si cabe...



jueves, 26 de enero de 2012

Carne y hueso.

Puede que una segunda oportunidad sea la catástrofe que hunda mi estabilidad en el más oscuro recoveco de mi locura; de mi sensibilidad. Sentir la vida a flor de piel por un descuido provocado.
Pero la aprovecharía para clavarme en tus costillas. Rozarlas una a una,  regocijándome en su voluptuosidad. Con un impulso casi salvaje morderlas y notar su firme tacto entre mis dientes. Hacer un camino de vaho con el anhelo de mi aliento por tu pecho.
Estiraría mi figura y dejaría notar al máximo mis costillas, para que tus manos leyeran en mi cuerpo que eres tú el que tiene la capacidad de doblegarme, y nadie más.
La complicidad de nuestras pieles sobrecalentadas y explotadas, sería nuestro secreto punto de partida. No nos engañemos, las ganas no se notan en la complejidad de nuestras palabras, sino en la simpleza de nuestros actos.

Mis dedos serían alfileres en tus costados. Punzantes, hirientes, incómodos...
Contemplaría satisfecha la manera en la que hundo mi egoísmo en el lado izquierdo de tu costillar, hasta llegar a tu músculo vital y pararlo de un pinchazo seco y rápido.
Conseguir tu dolor, tu desprecio... llegar a sentir que tú me odias al mismo nivel en el que yo te repudio. Aborrecer la arrogante belleza de tu piel huesuda y aún así, no querer abandonarte. No poder desprender mis brazos de tu espalda.
Deformar mis manos mórbidamente para acoplarlas a la forma de tus omóplatos. Fundir mi textura del calor a la tuya, y "ganar el sur"*.
Lamer ávida de amor toda esa sangre derramada sobre tu torso, por culpa de mi estupidez, por no querer retirar mis traicioneros dedos de ti... permitir que mires como me desangro, al no querer limpiar las heridas que tú abriste en mí.

De nada me servirían los lamentos, las quejas o las excusas... no detendría mi afán de poseerte. Renunciaría a toda lógica y cordura con tal de mantenerte mío... hasta mutilarnos sentimentalmente el uno al otro. Por mi empeño, lo nuestro no acabaría hasta la autodestrucción de todo lo bueno que existe en y entre nosotros...
Detonaría tu existencia a mi antojo, al igual que tú detonas la mía depende de la forma en la que me miras.


*  http://romancepromise.blogspot.com/


3 comentarios:

RomancePromise dijo...

El deseo más profundo empieza así, acariciando suavemente la piel, arañando cruelmente las vértebras, pinchando y retorciendo el cuchillo entre las costillas para una vez localizado el corazón, sacarlo y partirlo en mil pedazos, hacerlo trizas.

Munani dijo...

auchh pobres costillas ^^

Anónimo dijo...

"...las ganas no se notan en la complejidad de nuestras palabras, sino en la simpleza de nuestros actos." Las palabras engañan, se revisten y embellecen; los actos hablan por si solos, son tangibles, directos, resolutorios... Sin embargo hablame, dime palabras; pinta con ellas el aire que circunda nuestra cama, y refuerzalas con actos que desgarren nuestras sabanas; porque es más bello y más completo hablar y hacer... pero que dificil resulta ser diestro con ambas armas.

Apasionados textos los tuyos, rozando el sadomasoquismo y la venganza... Un beso, amante compulsiva.