Madrugada cortante y apagada. Noche cerrada, sin pronóstico feliz para la mañana siguiente. La niebla acentuó el sentimiento de vacío y abandono que pesaba en mi cuerpo, haciendo más urgente que nunca tu sobreacogedor abrazo sobre mi cuello. Ahógame.
Nunca había reparado en la desorganización de mi sistema nervioso cuando me sueltas.
Desorientación.
Confusión.
Pérdida.
Anhelo...
Deseo incumplido en el vaho que desprende el calor de dos cuerpos que se atraen sin remedio. Dos cuerpos sentenciados a desconocerse del otro por autoprotección social. Hundo mi cabeza en tu hombro. Acoplas tu espalda a la forma de mis brazos, y aguanto la respiración para retener tu olor.
1.
2.
3.
4....
¿Ya?...
Sonríe... disimula, baja la mirada. No pronuncies ni una palabra o te estrangularán las ganas de llorar. Estate quietecita y ni se te ocurra volver a buscar sus ojos. Sigue adelante y deja que el miedo te guíe hacia la seguridad del secreto. Desconecta el cerebro, ahora mismo no te sirve de nada. Camina... y simplemente susurra para tus adentros... "Hasta la semana que viene."
1 comentario:
Siempre consigues sorprenderme y hacerme pensar que tengo mucho por aprender de ti.
Eres increíble, Bche.
Publicar un comentario