Cierro los ojos, y te toco. Tengo el poder de tenerte diez minutos antes de dormirme (como Muchachito). Parece tan real cuando te abrazo al salir de la estación...
Ya hace frío, hay mucha gente y la noche queda alumbrada por focos que simulan el color ténue que desprende una llama de vela. Contaminación lumínica.
Suelos artificiales, edificios toscos, árboles limitados y tránsito vertiginosos a lo lejos, en la carretera.
Todo se derrite en una brecha espacio-tiempo que mi subconsciente parece haber creado para que nada estorbara mientras te abrazo.
Un sólo abrazo... contínuo, infinito, intenso y único.
Es bastante bochornoso darse cuenta de que la felicidad que deprenden tus brazos es lo que calma mi deseperación. Es doloroso tener el pensamiento de no querer dejarte ir, sabiendo que te irás...
¿Cómo pedirte que te quedes? Tú no eres mío. Y quisiera que lo fueras. Sí, eso quiero, que se entere el mundo entero que planeo monopolizarte y excluirte del resto del planeta...
Recluírte entre mis sábanas, y que la muralla que te detenga sean mis piernas entrelazadas a tu espalda.
Demasiadas expectativas de un caso perdido. Castillos en el aire.
Un amor incabado del que aun estoy condenada.
1 comentario:
Puede que necesites menos abrazos y más conversaciones...
Siempre viene bien decir lo que uno siente, así todo se calma, igual que el mar...
te quiero peque!
y piensa eso de descubrir tu interior y contarselo a alguien.. suaviza sentimientos, aunque duela
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