Es increíble lo adormecidos que están algunos sentimientos en nuestro interior.
Forman una red incesable de emociones, que sin remedio, nos arrastra una noche cualquiera, de madrugada, mientras las sábanas de nuestra cama se arremolinan en nuestra piel.
Ese quizás, ese instante, ese roce... esa saliva. Puede que dejase huella en mí sin a penas darme cuenta.
Y aquí nos encontramos, tras incontables días y numerosos años después, vuelves a hacer mella en mí.
Resuenas en mis pensamientos como la lluvia golpetea en mi ventana... y traes esa sensación en mi interior.
Ojalá nunca se vaya.
Ojalá vuelva el instante.
Ojalá sea real.
Como la lluvia...
Sin planificarlo, sin saberlo, sin decirlo, sin consciencia... has vuelto a llenar ese hueco en mi pecho de ardor. De impaciencia... incertidumbre, expectativas, imaginación e ilusión.
Ojalá sea real.
Ojalá los delirios de mi mente no me traicionen esta vez.
Ojalá dejes rastro y me hagas florecer...
Como la lluvia.
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