Demente crónica y de mente oscura. Mecida cariñosamente por el balanceo de un sueño inacabado.



Bienvenidos.

Incluso a mí hay veces que me asusta lo mutante que puedo llegar a ser. Hipócrita, nómada, engañosa y hasta puede que un poco serpiente... pero chicos, es lo que hay. Leed si gustais, disfrutad si cabe...



lunes, 2 de enero de 2012

When you hit me, hit me hard...


A un nivel superior, en una esencia distinta y una oscuridad totalmente nueva del resto de los mortales descansaban mis ganas de dormir aquella noche.
Mis dedos reposaban suavemente su huella dactilar sobre tu pecho, notando el compás regular de tu insomnio.
Me esperaste con la manta abierta de par en par, y la cerraste cuando me acurruqué en el hueco que tus piernas habían creado para entrelazar las mías. Movimos el universo en un espacio físico y limitado. Burlé la gravedad metida entre tus brazos.

La noche se convirtió en madrugada, mientras me engullía la oscuridad de tu sobreacogedor abrazo; entre subida y bajada de tu pecho, rozando la punta de mi nariz. Casi sin aire, casi sin aliento y aún así... la comodidad de tu ternura impidió cualquier resquicio de ganas de volver a la realidad difusa de un techo blanco y una bocanada de aire virgen. Me ahogaba, y aún así, prefería apretar más mis manos contra tu espalda; me negaba a desprenderme de tu calidez.

El mundo se redujo a la concentración de acompasar nuestras respiraciones, fundiendo nuestras mejillas en una textura casi siamesa.
Besar tu nariz, acariciar tus pestañas con la comisura de mis labios, recorrer con esmero tus cejas con la rigidez atenta de mi frente... Estudiarte.
Notar tu firme tacto en mis costillas y desear que la madrugada nunca diera paso a la inminente llegada de la mañana. Dar protagonismo a tu mano recorriendo el lóbulo de mi oreja con dulzura, sentir en mi pelo las cosquillas de tus dedos. Derretirme en la sensación de que tus caricias pusieran mi piel de gallina.
Arder enteramente con el fuego que emanaba de mi pecho hasta llegar a todos los rincones de mi cuerpo. Mi cuerpo sometido sin remedio a tus atenciones caprichosas.

Levantaste tus párpados, y me miraste... posaste el peso de tu cuerpo sobre el mío. Progresivamente me fuiste hundiendo en la cama hasta que me fue casi imposible respirar. Acaricié tu nuca y besé tu nuez.
Un beso fugaz y gélido, que interfirió en mi piel como un calambrazo. Sonreíste con amabilidad y mis pestañas se volvieron amarga escarcha...

El hielo fue apoderándose de cada miembro de mi ser... congelando todo el tremendo erotismo que despertabas en mí momentos antes.
No sentía el tacto de mis manos, me dolían las rodillas, mi espalda estaba entumecida y rígida del frío.
Mis labios se volvieron morados y comencé a tiritar...
Te retiraste lentamente de mí, y alcancé a ver en las cuencas vacías de tus ojos la desesperación humana ante tu aparición en el silencio incómodo de las pesadillas humanas.

Besaste mi frente con un movimiento delicado y fino, como si tuvieras miedo de romperme en mil pedazos, aunque en aquel momento, prácticamente era una figura de hielo esculpida por tu traicionero amor.
- Duerme, pequeña... voy a hacer de ti mi juguete eterno en el más allá.
No cambié un ápice la expresión de mi cuerpo. Dejé la mente en blanco, y permití que su escalofriante aura devorara mi débil alma. Sumergí sin miedo mi mortalidad en su insegura y desmesurada infinidad.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno Bche, y terrorifico... Por cierto, feliz año nuevo, aunque vaya a ser peor que el anterior. Un abrazo.

Raisa Pérez dijo...

Bua!! Perfecto he!
Me ha encantado muchísimo.

RomancePromise dijo...

Buah, cómo me pones cada vez que te leo!
Tu forma de escribir, insuperable!