Y cuando arde el sol sobre la línea del horizonte, y el ambiente se torna ténue confusión con un agradable descenso de la temperatura, vuelvo a ese estado de embriaguez que me proporciona el achispado brillo de tus ojos... ése que funde relojes... y ahora también fija su lascivia en mi pupila.
Vuelvo a estar en ese mismo sitio... esa misma situación, en la que ilusoriamente tu lengua vaga sin descanso por mi cuello. Destiñendo los lunares que ya te pertenecen.
Sin quererlo ni evitarlo, consigo alcanzar con la punta de mis dedos la zona de tu nuca, allí donde los escalofríos se vuelven suspiros de deseo.
Cuando la oscuridad estalla, cubriendo el suelo con sombras ficticias y deformadas ilusiones románticas... aprovechas para camuflar tus emociones con la noche traicionera. Mientras tú me traicionas, yo aprovecho para hacerte ver que no me doy cuenta.
Cuando el rincón más inocente se caldea por nuestra indeseada lascivia, ya no hay vuelta atrás: los silencios, los susurros, la brisa, las paredes y las piedras son cómplices de nuestro nuevo descuido... siempre producto de mi imaginación.
En mi imaginación, tu boca es una rodaja de naranja con canela, mi entrepierna toma el protagonismo progresivamente, tus manos se convierten en la sustancia que provoca mi trastorno delirante y mis piernas son los barrotes que uso para tu plena esclavitud.
En mi imaginación... llevo las cosas mucho más lejos de lo que realmente siempre ha sido.
1 comentario:
La imaginación te hace dueño de lo que hasta nunca será de uno, es tan perfecto y tan sublime, que cuando lo escribes aún queda impregnada esa sonrisa de satisfacción que se va siempre al abrir los ojos ^^
me gustó, escribes muy bien
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