El mundo puede caerse encima de mí esta noche... puedo tener las pestañas llenas de escarcha y el corazón lleno de hormigón, y aun así... no me detendré.
No sé si por miedo, o por ser una gran testaruda... pero no dejo que nada me pueda, y no dejo a nadie verme llorar.
No sé si el mundo me ha hecho fuerte, o la cobardía me ha tornado dura piedra de inseguridad.
El caso es que me enfrento a la fría noche, a la incertidumbre del camino y al mordisco del coyote... pero esta noche tu boca va a ser mía. Tú provocarás el incendio de mis ganas de nuevo con la yema de tus dedos.
El mar negro y profundo de invierno temblará de celos al vernos, y anhelará el calor que nosotros, finitos mortales, desprenderemos en los cientos de abrazos que dejemos escapar entre suspiros y sonrisas pícaras... Así será; Y no se hable más.
4 comentarios:
Brindo por ti y por esos ojazos que tienes.
Besos!
¡Amén!
Que el coyote muerda pero que no desangre.
te quiero!
Amén.
Que grande...
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