Blanco y negro...

La espesura de la noche se fundió con el negro de sus ojos. No entendía cómo habíamos llegado a esa situación pero allí estábamos. Hacía frío, pero tú me hacías arder de incertidumbre y malestar. Pasaron los minutos... los segundos... ¡dios! perdí la noción del tiempo conteniendo la rabia en un puño y las lágrimas en la comisura de mis pestañas.
-Date por vencida... Me decía una voz a la lejanía de la suela de mis zapatos.
-No puedes conmigo, pequeña soñadora. Me susurró entre muecas aquel cuaderno en blanco.

Me sentía frustrada, rabiosa... me odiaba a mí misma y a la dudosa creación que tenía delante; la odiaba tanto como la amaba. Era como un círculo vicioso, que me consumía las entrañas.
Y es que cuando todo es blanco, y todo juega en mi contra lo lleno de manchas negras... manchas coherentes, manchas a modo de letras. Porque es patético que esa sea mi salvación ante la deseperación...
Letras que desgarran mi pasión y ahogan mi depresión... Es triste pasar malas rachas, y sentirte un ser pequeño y sin talento. Al final... Ni la espesura de la noche ni la risa burlona de mi interior me nublaron la garganta. Lo escupí con furia y sinceridad...

- ¡Te quiero, gilipollas!

Y el blanco y el negro se fundieron en un gris con tres puntos suspensivos....

CONTINUARÁ...









(A veces algo que se supone que forma parte de ti se va, y lo único que deseas es dormir hasta que vuelva... algo que se puede considerar obsesión...)