Demente crónica y de mente oscura. Mecida cariñosamente por el balanceo de un sueño inacabado.



Bienvenidos.

Incluso a mí hay veces que me asusta lo mutante que puedo llegar a ser. Hipócrita, nómada, engañosa y hasta puede que un poco serpiente... pero chicos, es lo que hay. Leed si gustais, disfrutad si cabe...



martes, 15 de febrero de 2011

Esencia perenne...

A lo largo de toda mi soledad, he controlado todos los impulsos que me golpeaban el pecho, piediendo guerra al sexo opuesto; abriendo, sin educación ni cortesía, paso ante el resto de entrañas, creyendo que por ser muy animal, dejaría que me dominara sin importar que...
Siempre he estado atenta al entonrno que me rodea y cayendo en el típico "yo no soy así."
Cuando abandoné toda esperanza de sentir igual que todos los demás seres de este planeta, me poseyó un amor platónico del cual caí presa sin darme cuenta, y sin querer evitarlo.
Me introduje poco a poco en un nuevo bucle de sensaciones totalmente típicas y útopicas que nunca creí que fueran reales. Fue cuando me rondó por la cabeza una nueva cosmovisión, más específica y mística.
Aprendí a conocerme de una forma distinta de la que había estado construyendo todos estos años anteriores. Conocí la hipocresía, la timidez, el sonrojo natural y el deseo carnal más allá de toda necesidad física.
Ahora soñaba... no deliraba.
Comencé a sentir impaniencia... el miedo se evaporó de mis rodillas.
Aprendí a concentrarme en cada uno de los sentmientos que me despertaba la pequeña visión de mi locura. Ya no había control... y los límites racionales cambiaron, se transformaron (como la energía: que ni desparece ni se destruye, sólo se transforma) y crearon una eternidad de paradojas intranquilas y metáforas nocturnas y lunares. Los límites ya no eran racionales; eran abismales y confusos... y me decidí a manejarlos a mi antojo. Así que empecé por moldear tu espalda en mis manos; juqué con tus lunares y memorice el olor de tu nuca...
Mis manos recorrieron el camino que lleva de tu esternón a tu ombligo, para luego continuar más abajo... allá donde la pasión se hace un cosquilleo cósmico.
Acaricié tu cara y besé tus labios. Exploré tu lengua y te permití avivar mis sentidos...
Y así los límites se convirtieron en un ocho acostado... mi hipocresía se multiplicó por diez, y mis ganas por ti se elevó al máxino exponente.

1 comentario:

Munani dijo...

Me encantó el final. Pues mira que no me equivoqué al decir que el amor platónico puede ser tan intenso como el real :)