Abrazos, billar, quintos, risas y el mismo hueco de siempre. Sí, como en antaño. Alcohol por las aceras y por nuestras venas. Ahora que estoy tan borracha no me quiero separar de ti. Quien me iba a decir a mí que en unas horas descubriría que tú pensabas algo así. Un número de 1 al 10, echemos a suerte si esta noche compartimos sábana.
Solos... de noche... achispados, jóvenes y algo confusos.
¿Cuántas caricias dejaste caer? ¿Cuánto tiempo más pensaba aguantarme?
Tic-tac... un reloj fundido en el brillo de tus ojos.
¡Ñam, ñam! Eres ácido y estimulante. Eres todo fragancia de un recuerdo siempre vivo. Un punto, un instante, y conoces mi punto débil. Eso me hace vulnerable, y a ti el deprerador más apetecible. Dedos, brazos, miradas besos y mordiscos. Marcas en la piel de una noche... ¿romántica?
Nunca un abrazo provocó en mí tanta felicidad. Tus abrazos... tu chaqueta, tu cuello, tu fragancia... mi niño. Nuestra noche.
Aproveché tu compañái pero no tu amor. Piqué en tu anzuelo en forma de abrazos pero no lancé mi caña de oportunidad robada. Me arrepiento, aunque no debería. Tú, mi amigo, y a la vez mi niño... espero que baje el hinchazón de tu labio.
A veces ni el tiempo cura los resquicios de un amor inacabado.
Algunas veces... levantarse por las mañanas no significa vivir.
2 comentarios:
Absolutamente de acuerdo con la moraleja. Eso de que el tiempo cura las heridas ya no se la cree nadie.
El tiempo no cura las heridas, pero hace que duelan un poquito menos
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