La noche ya no albergaba monstruos en el interior de sus sábanas al dormir.
Los sueños dejaron de ser martirios desgarradores para su cerebro.
Su cuerpo dejó de sentir esa fina capa de ausencia que impregnaba su figura.
Dejó toda esa amargura atrás, para ganar muchísimo más.
Torpemente, encontró la manera de ser feliz; la manera de que sus desdichas fueran por un futuro más firme. En el camino dudó, temió, huyó, lloró, murió para por último renacer entre ojos abiertos y afiladas palabras de amor.
Y ahora, sus días ya no eran desgraciados ni pobres. Eso lo dejó completamente atrás... Todo merecía completamente la pena cuando esa noche, después de otras muchas... comenzó a sentirse humana y animal a la vez; sintió el cosquilleo impaciente al percibir en su nariz su olor. El contacto de dos miradas, el choque de dos pieles, la sutileza de dos cuerpos amándose en la oscuridad... El camino de un índice por la columna vertebral. El recorrido de un caracol por el cuello, el mordisco de un murciélago por las costillas... y la caricia de una mariposa en el ombligo. Casi la combinación perfecta entre humanidad y naturaleza irracional.
Una belleza antropológica invadió su sien, y sólo podía sentir el peso de toda la causalidad universal sobre sus párpados. Su cuerpo dejó de ser pesado y defectuoso (o al menos ella así lo sentía) al sincronizar sus movimientos con la existencia del ser que le había dado de nuevo la vida. Y todo el amor que quedaba sin corromper por los humanos en este mundo invadió su alma, con el fin de luchar por un futuro mejor.
Porque... al fin y al cabo, logró lo que por primera vez en toda su vida quiso conseguir, sin recurrir a la huída.
Gracias, cariño...
pues sin tu sinceridad
ahora no seríamos felices.
Ahora ni siquiera seríamos...
2 comentarios:
Es bueno ser agradecido por las cosas malas y buenas en la vida. Muy bonito :)
Publicar un comentario