Demente crónica y de mente oscura. Mecida cariñosamente por el balanceo de un sueño inacabado.



Bienvenidos.

Incluso a mí hay veces que me asusta lo mutante que puedo llegar a ser. Hipócrita, nómada, engañosa y hasta puede que un poco serpiente... pero chicos, es lo que hay. Leed si gustais, disfrutad si cabe...



martes, 7 de agosto de 2012

Relato de un desamor.

Me encontraba perdida en mi propia habitación y ni siquiera era consciente de ello. Miraba sin parpadear el gotelé de la pared... ausente; sumida en confusión y abandono.
Todo a mi alrededor se convirtió de repente en un contexto banal y corrosivo para mi ego. No podía dejar de pensar en todo, y a la vez... no pensaba en nada productivo. Morralla mental.

La cuidad ha desprendido siempre este calor putrefacto y agobiante, pero cuando sientes que la vida que has construido te chafa de pronto y sin previo aviso... ese calor se vuelve pura asfixia en tus pómulos. Notas el peso de toda la causalidad lineal en tu cabeza, y ni siquiera lo ves. Ni siquiera tienes fuerzas para corregirlo.
Todo se movía lentamente ante mis ojos: el tráfico, los gatos, los cruces de miradas en las calles, los estornudos... las moléculas en el aire pasaban ante mí con parsimonia y las veía juguetonas mientras pensaban "pobre, le han vuelto a romper el corazón".
Mi jodido alrededor pasó a formar una meticulosa y oscura paranoia en mi cerebro; el mundo tenía un complot contra mí, y quería la destrucción del planeta entero.

Estuve sumida en un pozo estrecho y clautrofóbico durante días. La desesperación se apoderaba de mi pecho constantemente, y sólo podía llorar desconsolada y en la más estricta soledad.
Oscuridad, abandono, apatía, incomprensión, confusión, pérdida, palabrería sin fin ni solidez...
Dios... que inútil resulta vivir así. Volví a sentirme un ser sin sustancia y sin valor. Volví a sentir ese hueco en mi estómago... ese vértigo incontrolable al no saber qué hacer con mis nefasta forma de ser. Volví a ver esa figura vacía y rara en mi espejo... esa que me engaña a cara o cruz y me hace soltar sin vacilación "yo no valgo nada..."

Poco a poco... la desesperación se convirtió en mera pereza. Y mis párpados necesitaban recuperarse después de tanta oscuridad y llanto. Con mucha paciencia y lentitud, pude volver a abrir los ojos y echar los brotes esquizofrénicos de mi sien.
No nos engañemos, mis noches siguen siendo insufribles... y aún siento náuseas cuando me levanto por la mañana y he vuelto a soñar contigo.
Pero al menos, algo en mí ha transformado esa voz gutural, triste y pesimista de mi interior a otra un poco más monótona y esperanzada que simplemente se conforma con pasar los días al lema de "bueno, tampoco es para tanto..."


Ahora soy como la canción de Sally... 
pero sin final feliz.

2 comentarios:

Atlántida dijo...

Como entiendo eso de quedarse quieta, sin poder moverse, mirando al techo sin esperar nada más que de repente ese techo se derrumbe y te chafe porque la vida ya te ha chafado del todo. Luego con el paso de los días vuelves a recuperar la fuerza, te obligas a seguir, lo consigues, estás un poquito mejor, no bien, pero estás ahí y es mucho, así que adelante, el día cero ya ha pasado ahora sólo quedan los de cada vez mejor.

Anónimo dijo...

Entro jubiloso porque has vuelto y me encuentro esto... ¿Donde está ese maravilloso rostro de enormes ojos que iluminaba el rotulo? ¿Donde están los colores y el brillo que atraían a este cuervo?...
Solo hay un final en la vida, y ese es inexorable... el resto solo son intermedios... tal vez dolorosos, pero intermedios... ¡Ya ves, yo dando consejos positivos! ¿Estaré enfermo?
Besos Bche.